LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN EGIPTO

FARAFRA

El oasis de Farafra es una depresión fértil de forma triangular al noroeste de Dakhla, aproximadamente a medio camino entre Bahariya y Dakhla, limitando con el impenetrable Gran Mar de Arena al oeste. Desde 1958 Farafra ha formado parte del Wadi el–Gedid o "Valle Nuevo". En la antigüedad era conocido como Ta-Iht o la "Tierra de la Vaca", este nombre procede probablemente de la asociación de la región con la diosa Hathor con cabeza de vaca, conocida por sus cualidades de crianza. Es la mayor depresión en el desierto de Libia. Mide unos 200 kilómetros de largo y 90 kilómetros de ancho (en Qasr el-Farafra), este oasis en la actualidad tiene el menor número de habitantes del Valle Nuevo.

Los orígenes de Farafra permanecen en el misterio. Ta-iht se menciona en los textos de época faraónica, en la titulatura de un funcionario de la Dinastía V y en la historia de "El campesino elocuente", que está relacionada con el reinado del rey Khety de la Dinastía X. Una lista de localidades en el Templo de Luxor nombra al oasis como una fuente de dátiles y minerales durante el reinado de Ramsés II, mientras que una inscripción de su hijo Merneptah, en el templo de Karnak, nos habla de la ocupación de Farafra por las tropas libias durante su reinado de la Dinastía XIX. En el templo de Edfu, Farafra está mencionado como el tercero de los Siete Oasis... Ta-iht en el noroeste de Kenemet (Dakhla).

A pesar de que se menciona en las fuentes literarias, Farafra no se caracteriza por sus monumentos antiguos y no hay evidencia arqueológica de ocupación faraónica que se haya encontrado todavía. Pero al igual que muchos lugares remotos hay historias y leyendas asociadas a Farafra. Una de estas leyendas conecta el oasis con la misteriosa desaparición del ejército de Cambises, el rey persa que conquistó Egipto en el siglo VI a.C. En una historia contada por Herodoto, Cambises envió un ejército de 50.000 hombres de Tebas a Siwa para destruir el oráculo de Amón. El ejército viajó siete días a la ciudad de "Oasis" (Kharga?), a continuación, probablemente a través de Dakhla a Farafra para empezar a cruzar el desierto en dirección a Siwa, tal vez tratando de cruzar el peligroso Gran Mar de Arena. El ejército nunca llegó a Siwa y nunca más se supo de él. Herodoto dice que el ejército de Cambises encontró la muerte cuando se levantó una tormenta de arena y sepultó a los hombres haciendo que desaparecieran por completo. La búsqueda del ejército perdido ha inspirado los viajes de los exploradores del desierto desde entonces.

Los pocos sitios de interés arqueológico en Farafra están datados a partir del período romano, cuando fue construida una fortaleza para vigilar la ruta caravanera con los otros oasis y el Valle del Nilo. Incluso entonces el oasis parece haber estado poco poblado. La mayor parte de las ruinas romanas se centran alrededor de Qasr el–Farafra, hoy la capital del oasis y antiguamente el único pueblo. El qasr o fortaleza domina desde una cima rocosa el desierto circundante al norte de la ciudad. Está construido, posiblemente, en el sitio de una estructura original romana construida en piedra y adobe. La actual fortaleza fue ampliada y reconstruida durante la Edad Media conteniendo al menos 125 habitaciones. Junto al qasr hay un pequeño pozo que ha proporcionado a los habitantes una importante fuente de agua en tiempos de asedio. Por desgracia, la estructura del edificio fue dañado por las lluvias en la década de 1950, añadiendo esto a su estado de destrucción; a pesar de ello, sigue estando en parte habitado en la actualidad. También hay un antiguo cementerio cerca de Qasr el-Farafra, donde unos pocos hipogeos sin decoración están casi completamente enterrados por la arena. En las cercanías, pueden verse otros hipogeos, algunos de los cuales fueron utilizados como viviendas por los primeros ermitaños cristianos, que rayaron o pintaron cruces en las paredes.

Según Ahmed Fakhry, el arqueólogo egipcio que visitó muchas veces Farafra, Ain Besai es el sitio más importante, situado a unos 12 km al suroeste de Qasr el-Farafra. Puede verse un cementerio romano con restos de dos estructuras de adobe, una pequeña capilla de piedra caliza sin inscripciones en ruinas y algún hipogeo.

La mayoría de los visitantes del oasis de Fárfara van allí para ver el Desierto Blanco, la zona situada al noreste de Qasr el-Farafra, que es famosa por sus paisajes espectaculares. El blanco paisaje está lleno de formas exóticas, cantos rodados de color blanco brillante que se alzan desde la superficie del desierto, intensificados por la clara luz del mediodía, de brillante dorado al atardecer y ennegrecidos y encogidos bajo el cielo cubierto de nubes. A muchas de las formaciones se le dan nombres descriptivos. Esculpidas por los fuertes vientos del desierto en formas extrañas que cambian constantemente con el tiempo. Hay "monolitos", "setas", "cucuruchos de helado", así como la majestuosa cima cónicas aplanada "inselbergs", por citar sólo algunas de las formaciones.